Año Viejo, 2014
Se me fueron las horas del año que termina
en gemidos del alma, llanto imperecedero.
Diciembre se me esfuma y se acerca rugiendo
otro terrible enero, seguido por febrero,
recurrencia raptora de todos cuanto quiero.
Vagando van sus almas por ignoto sendero.
En esos meses marchan, sin materia,
¿Hacia el cielo?
Mi garganta sin canto, la razón sin anhelo
con los brazos vacíos, la esperanza sin credo.
Qué distinto Año Viejo, con mácula de pena
de logros y risa festejada entre amigos
en brindis rebosantes de champaña en la cena.
Setenta y tres escaños ascendidos, felices
y sólo otro recuerdo afligida como éste,
uno de marca intensa, inmensamente triste,
balance, fin de cuentas que resulta congruente
la tristeza más honda es la desesperanza
y va cargada, de… muerte.
Ah, pero empiezo otro año y cual flor,
me renuevo, brisa nueva, aguaceros,
lunas blancas, luceros y de poesía regando
a todos cuantos quiero, entre ellos tú,
que miras estos versos primeros
que vierto temerosa de eneros y febreros.
Pasarán presurosos, yo escondida en recuerdos
en crepúsculos lilas pintaré mis anhelos
a contarlos en versos al deslizarme en ellos
¿Serás tú, quien me inspire, tu amistad, tu denuedo.
Dejarás en mí huellas de amor o desconsuelo?
Más a mí no me importa lo que tu aporte sea,
ávida estoy de vida de experiencias ajenas,
de ellas surge la endecha, ya cantando alegrías
o muriendo de pena. Sé parte de mi vida en este Año Nuevo.
Sé inmortal en los versos en que encuentro consuelo.
Yolanda Arias Forteza.
Diciembre 31, 2014, 21:45 hrs.