***Liras de sentimiento y belleza *** Yolanda Arias Forteza

Archivo para marzo, 2019

Cartas

 

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Cartas que nunca se enviaron
Y que fuimos escribiendo
En pétalos de la vida.
Grabadas en su momento,
Algunas son marcas de agua
Otras de hierro, elemento.
Adormece tus recuerdos
No reveles tus secretos
Deja sólo algunas huellas
De tu paso por el tiempo.
Dejaré al tiempo que cuente
Lo que triste, en mis poemas,
Escapó del sentimiento.
En Dios, la fe es mi sustento,
Mi amor más puro y profundo
De mis hijos, alimento.
Los amores, las pasiones
Que me mataron de pena
Que me llevaron al cielo
De uno, que me encadena.
Que cuenten de mí, poemas,
Que digan, a quien precise,
Lo que callé, en su momento.

Yolanda Arias Forteza


Colibries

 

 
En el patio de mi casa,
Sencillo jardín trasero,
Se desarrollan a veces,
Dramas que sólo yo veo.
Llegan colibríes gozosos
Algunos que con retozos
Estrujan mi alma, si miro
Como hoy ha sucedido
Que a un pequeño desvalido
Que volar aún no ha aprendido
Un gato, feliz, lo acecha.
De tanto, en tanto, su madre
Vuela veloz y regresa
Su piquito a alimentar,
Interferí en el entorno,
Y logré al gato alejar.
Hubo otro que se cayó
Tampoco volar sabía,
Pero, vinieron sus padres
Y en andas lo levantaron
Regresándolo hasta el nido
Violeta y yo los miramos
Y lloramos, sorprendidas.
Dos más, que Violeta
Con ternura entre sus manos
De azúcar, alimentó
Y volaron cual saetas
Con un verde resplandor.
Algunos revolotean
Siempre a nuestro alrededor
Cuando lavamos los patios
O miramos una flor
Colibríes que nos confían
Y nos vienen a cantar
Fortaleza de la vida
Sin mediar fragilidad.

Yolanda Arias Forteza


Canta mi alma

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¡Canta mi alma y es voz, el sentimiento!
Es la letra que canta por si, sola.
Y mi mano, tan solo, el instrumento,
Que traduce voraz, mi pensamiento…
Canta al hombre, a la madre, al viento
A la voz, al mirlo y al jilguero
Al sonido de la hierba en crecimiento
Al respiro acompasado de un niño soñoliento
Al contemplar a Dios si miro el firmamento
Al retener mi aliento, si te pienso
A la estrella al lucero, a los cometas
Que tachan con su luz un cielo negro,
Al rayo que lo rompe en su destello
Al Poniente que en traviesa felonía,
Tiñe en rojo, la tarde de la vida.
Privándome del sol a cambio de la luna
A la brisa del mar, la de los bosques,
La de la calle urbana, al refrescarme
Con la fronda magnifica de un sauce.
Canto a todo lo que hay sobre la tierra
A lo que ha de nacer y yace bajo ella.
Canto a Dios porque a diario lo presiento
Y me sabe falible e imperfecta
Y sumisa le ruego me renazca.
Limpia, pura, sin tara ni pecado,
Y me vuelva Poesía…
Al cantar su poder, en mi porfía.
¡Canta mi alma y es voz, el sentimiento!

Yolanda Arias Forteza


Buscaré

 

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Ya encontré la forma
de nunca olvidarte.
Buscaré un amante,
alguien que, sin duda,
se parezca a ti.
Debe ser moreno,
intenso, arrogante,
deslizar palabras
como los murmullos
de hierba silente
que escucho en Abril.
De manos calientes,
fuertes manos,
de hombre,
mirarme a los ojos
escondiendo su alma,
un tanto… evasivo.
Decirme poemas,
en hilván tardío
cosas que no sabe,
causan… desvarío.
Un amante quiero
que sea como tú,
para amarte en él
decidida, ardiente,
adentro… llorando,
La carne gimiendo
porque fueras tú.
Buscaré en otro hombre,
lo que encuentro… en ti.

Yolanda Arias Forteza
Febrero, 2003


Hace un año, escribía:

 

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Este día de Poesías, ha llegado al ocaso; mas, toda la poesía que me ha salido al paso, me deja deslumbrada, feliz, ilusionada, satisfecha al saberme envuelta entre sus lazos. Poesía que se me anuda y reúne pedazos de vivencias silentes de amores y fracasos. Poesía que hay en los ojos que leen estas palabras que traspasan barreras del silencio de mi alma. Poesía que hoy se derrama por cada Continente, haciendo más humano el amor en la gente, hermanos en palabras en, versos… esplendentes.

 

 


Resbala, la vida

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Ha pasado un año que volvió insistente
Tu acento a decirme que deseabas verme
Que fui amor primero que perduró eterno
Como un sacramento en sagrario ardiente
Te habías convencido que la vida es una
Que va cual tornado y se vuelve inquina
Si no puedes verme, que me amas, dijiste
Y yo sin poder olvidar que encontré el amor
Que llenó de rimas y versos mi vida
que se fue sin verme, que nunca
en sus brazos pudo contenerme

Destino inclemente, suerte incomprensible
Que me acerca a tu alma cuando había
Podido de ti desprenderme, habiendo
Aceptado el fatal destino de nunca tenerte.
Cuando había guardado a candado cerrado
El beso sagrado que a mi boca diste.
Por más de quince años como crucifijo
lo llevé clavado, cuando era tu nombre
El que pronunciaba a labio callado.
Tan segura estaba, te había enamorado.

También te has marchado. De prados vedados
Acudes a verme en noches de insomnio
En que poco duermo, en tímidos versos
De inquietos acentos, te digo de amores,
Cuánto de silencios guardé en mis temores
Que fuiste mi dicha, que los sinsabores
De nunca tenerte llenaron mis prados
de verde esperanza de pudor de lirio
de azules matices en los nomeolvides
que cual relicario de recuerdos grises
resguardé prendidos en el corazón.

Resbala la vida de cualquier manera
En túneles huecos de ilusión y pena
Mis ojos no alcanzan a mirar la luna
Y el alma dormita, cansada de espera
Se ha vuelto sumisa, solo te platica
Nuestro amor truncado, de besos no dados
De todo eso nuestro que tú te has llevado.

Yolanda Arias Forteza
Marzo 20, 2018, 20:45 hrs.


Un pueblito sin tiempo

 

 

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Había una vez en un lugar lejano, un pueblito pintoresco en que la vida parecía que transcurría como si no corriera el tiempo. Todo era lento. La lluvia humedecía los campos lentamente, las cosechas crecían sin prisa; hasta el viento parecía estacionado a sotavento. Era todo tan lento que los niños crecían despacito y tenían sus nodrizas que les contaban cuentos.

La vida se vivía como se vive un sueño, sin prisa parecía en casa, en el colegio en las tardes tan largas como son los senderos que caminan y lejos nos llevan a otros pastos donde hay muchos conejos. Y las vacas mugían entre largos conciertos de graznidos de gansos y de grises cornejos.

En una casa, la última, vivía con sus abuelos una pequeña inquieta. A ella desesperaba que nada se movía que todo parecía estático en el tiempo.
Ella siempre quería que todo terminara apenas comenzara, Y decidió un buen día, ir a retar al tiempo.

Caminó en el sendero que parecía sin fin , primero era tan lento que acabó por dormir a la sombra de un árbol que se llama abedul . El sueño despacito llegó a ella, por fin. Y dormida, soñó:
…de repente con prisa, caminaba otra vez y a tumbos tropezaba ya de tanto correr.  Llegó hasta otro pueblo, donde la gente andaba corriendo por doquier. No había tiempo de nada, todos iban con prisa. Ninguno sonreía, ni siquiera podían ir a casa a comer.    Un bocado de prisa, más rápido leer. La niñez no existía. Pues los niños crecían poco después nacer. Corre niña, decían, que no ves que el tiempo se termina y que debes crecer! No hay tiempo a que sonrías, ni juegues, ni te duermas en el atardecer. Corre, corre, decían y en último traspié, se asustó de tal modo que con un sobresalto, el sueño se le fue.
Desanduvo lo andado y a casa lentamente llegó. Cuando el ocaso de un sol anaranjado  de luces traspasado la comenzó a acoger. La acogieron los brazos de su nodriza amiga     y un cuento, lentamente, le comenzó a leer.

Moraleja: “No apresurar lo que a tiempo llegará”
La enseñanza en esta historia es:
Valorar las etapas de la vida. La importancia de un ritmo tranquilo en la primera infancia. El amor de nuestros padres el respeto y la confianza.
Cuando niños pareciera que el tiempo se detuviera y deseamos ser mayores… De mayores cuánto diera, la abuela, por regresar a aquellos tiempos mejores,  en que todo era, calmo.

© Yolanda Arias Forteza
Junio 26, 2017 21:32 h Atizapán de Zaragoza, Edo. de México

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Soy, vegetariana

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Yo soy vegetariana, volitiva
Negada a comerciar vida por muerte
No osara incomodar un dogma inerte;
Pues, todo de costumbres se deriva.

Prescindí del guisado ha poco, un día
Cuando un rayo de luz me deslumbrara
Al engullir alientos que, cómplice, matara
valoré la inocencia que perdía.

Forzada a producirse, inseminada,
Era vida en los ojos candorosos
Carne, viva en estertores dolorosos.

Aberrante manera de nutrirse,
Lleva al hombre, sórdido a exhibirse
Como un ser de, cacúmen… limitada.

Yolanda Arias Forteza,
Marzo 11, 2019, 10:23 hrs.


Guisos, sueños

 

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Granos de arroz, de trigo, de cebada
De elote desgranado en dulce leche,
Combinación sagrada de alimentos
Que entretiene la mano y me somete

A que mi mente vuele en el pasado
Intercalando aromas y presente.
Quehacer de madre, de mujer, costumbre,
Pasando media vida en un brasero

Proyectando la vida entre los platos
Enamorando sueños y placeres,
Viajando sin distancias ni retenes
En lugares distantes y añorados

Europa toda, Grecia, Viena, en Holanda
Alemania, Italia, Francia, todo,
Todo el mundo lo abarco, lo contengo,
En medio de guisados o ensaladas

¡Qué me impide viajar en pensamiento,
Quién osara cortar mis fuertes alas!
Viajaré como dardo impertinente
Un águila seré en los altiplanos

Sobrevolando rugientes cataratas
Remontando montañas escarpadas
Selvas vírgenes en humedad veladas
Planicies, estepas, océanos y campiñas

Volar, viajar sin cortapisas… volar.
Compartir Universos y costumbres
Guisar, los guisos que en rituales
Compartimos mujeres como hermanas

Alimentando a los que más amamos
Mientras en medio de potes y vasijas
Atadas a lo nuestro, sublimando la vida,
Sonreímos, lloramos y… soñamos.

Yolanda Arias Forteza

(Agosto 9, 2004) 14:00 hrs.


Espacios

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Recordando a Arturo, mi hermano.

En la vida, no fui lo que deseaste
Exitosa, delgada y suficiente
Mira ahora, mi faz acongojada
Por esta eterna pena, de perderte
Te recuerdo mirándome orgulloso
Cuando ágil la cuerda yo saltaba
Sin haber nunca, nadie suficiente
A vencerme en el tiempo que duraba.
Era orgullo mezclado con envidia
Perplejidad en ti, que en mi se solazaba
Al cantarte en Inglès, abecedarios,
Yo sabía que te regocijabas
Más, debo de contar, me deslumbrabas
Cuando en retórica avalancha te lanzabas
Emitiendo conceptos y razones
De cómo tú a la vida la retabas
Temerarios motivos, tan claros y concisos
Que nunca pudo alguien rebatirlos
Eso supe de ti, de adolescente.
Nuestras sendas se fueron distanciando;
Más, la esencia quedóse en un cariño
Que continuó hermanando nuestra sangre
Tú me amaste, lo supe. Lo sé ahora,
Enlazados en destinos diferentes
En tácitos espacios… separados.

Yolanda Arias Forteza

Febrero, 2007

 

 


Ya, tan hondo

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Porque ahora el dolor es más profundo
Hay un sollozo en mi alma que no escapa,
Y lágrimas ardientes no permito
Que quemen la pupila humedecida.

El dolor está dentro, ya tan hondo
Que estremecer no logra ya mi pecho,
Y me digo que la herida ya no existe
Mas de pronto, aparece tu recuerdo;

Entonces, el sollozo sube lento
Y en mi pecho se adormece avergonzado,
El ardor en mis ojos sólo deja
Una escarlata marca dibujada.

No hay sollozos ni lágrimas por ti,
Ya muy hondo… ¡En mi alma, los perdí!

Yolanda Arias Forteza
(Junio 24, 2003)

 


Amargo fin

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En un compás de espera
En el silencio,
El corazón detiene su latido
Esperando escuchar
Algún suspiro
Que salga de su pecho
Endurecido.
He detenido el tiempo,
Empecinada,
Y vivo mi presente,
Desfasada.
Sabiéndolo perdido,
Reteniendo el aliento,
Espero aún, porfiada.
Esperanza se torna,
Destemplanza.
Bañada en sal,
Toda mi carne llora.
El alma, se desvela
En el amargo fin,
De un insaciado amor.
Sin creer y asumir
Que inexorable… arriba.

Yolanda Arias Forteza

(Junio 21, 2005)22:40 hrs.


Entre Mitos

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Tu erudición me tiene sumergida
entre mitos, leyendas y arquetipos,
de Sonetos inmortales de tu mente,
me encuentra divagando en esta aurora;
pues, el alma te busca aún, doliente
y en alas de nostalgia se desdobla,
intrusa en los confines del arcano.

Entre rimas de estudio consecuente
viviendo estoy historias de otra gente
en épicas batallas, suspendida
en ilusión de amor irreverente,
en el ideal, pilar de mi presente.
Tú en el eje de cada sentimiento,

ubicando objetivo al pensamiento
Maestro del amor, amante amado
en las colinas mismas de la muerte,
eternidad de luz inextinguible
tu voz es avatar allende mares.
Proyección tu intelecto, ineludible

en las jóvenes mentes que ilumina
misterio de tu ser, que en mi sublima
el deseo de saber. Camino entre
las letras que, en avidez monástica, leíste
y en todas esas otras que escribiste
que me acercan a ti; mas, de otro modo.

Impulso de mis actos más sinceros
constancia del denuedo de mis horas,
sonrisa insoslayable en la alegría.
En ti, encontré placer en el saber,
eternidad en el amor, un sueño cuasi
que de infanta lejana tuve, un… día.

Yolanda Arias Forteza
(Julio 16, 2016) 8:20 hrs.


Moraleja

 

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Quizá soy yo la dama de aquel cuento.
De aquella rosa blanca que marchita
Fue besada por la boca de su amado,
Un rey, muy solo, que nada necesita.

Y feliz, al pensar que es tan querida
La rosa blanca regresa así a la vida.
Es el rey quien ahora me preocupa…
Amor pasó por él, sin que lo viera.

¿Que va a hacer sin la dama que lo agita?

Él es rojo blasón en ese cuento.
La rosa roja entre la mano muerta.
Y no habrá beso que le dé un aliento.
El amor de una dama, sin amado,

En la espera, aburrido,… se marchita.

Yolanda Aris Forteza
(Febrero 11, 2004)10:00 hrs.