***Liras de sentimiento y belleza *** Yolanda Arias Forteza

Archivo para enero, 2016

¡PARA QUÉ, LOS VERSOS!

De viento fueron mis versos y volaron

cual las hojas que el otoño, roba lento.

De viento las ilusiones que se fueron

esfumando en repliegues y traiciones.

¿En dónde yacen humosas, qué lares

alimentaron cuántas otras se secaron

en las cunetas del tiempo? ¡Dónde volarán

mis versos, en qué grietas quedarán!

¿Estarán en tu alma impresos?

De viento serán mis versos, de color oro

a bermejo y te han de llenar las manos

las colinas de mis senos y te han de besar

los ojos como labios de silencio

en tus oídos murmullos que se hospedarán

inquietos y te envolverán el alma los calores

de mi cuerpo doquiera sea que te encuentres,

a que cada noche vuelvas a darme un beso

en el alma, al fundirse nuestros cuerpos.

¿Irán, llegarán, tan… lejos?

¡Para qué entonces, los versos!

©Yolanda Arias Forteza

Junio 10, 2015, 23:19 hrs.

 


A SOLAS CON MIGUEL

 

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Con mi nieto Miguel Ángel, de diez años de edad…

 

Una tarde apacible pasé con Miguel

Yo lavaba platos, su tarea hizo él.

Casa quieta, en calma,

Aída, de Verdi, con él escuché.

 

Consciente él estaba de hacerme feliz,

Con paciente gala, ópera escuchó,

Complaciente estuvo, escuchó al tenor

Cantando unas arias que no comprendió.

 

Lo que ya percibe es que fácil es

Que poesía, música se puede volver

Pasamos la tarde, felices los dos

Al irse a su casa, un beso me dio.

 

Su sensible alma, hoy me regaló

Horas de su vida que no han de volver,

Horas de mi vida que no olvidaré,

Vejez e inocencia, en raro…  placer.

©Yolanda Arias Forteza

Junio, 2004

 


CUANDO YO, TE LEO.

 

Es tu recuerdo  ritmo acompasado latiendo

en mi memoria.  Se asombra  el corazón

de no haber sucumbido a tu abandono.

Vives en mí, verbo inacabado,

infinito vocablo que hilvanado,

expresa sin reparo lo que mi alma piensa

y cuando te leo, desde mis retinas resbala

candente la lava del fuego que encandece

el llanto que fluye del alma. Cuando yo te leo

tu verbo implacable me cubre de anhelo,

me llena la mente de letras pendientes

que yacen guardadas en mi pensamiento

haciendo que verse ya como alimento .

Te vuelves mi dueño y en los avatares

de mi vida diaria alientas mi empeño.

Cuando no te leo, llevo un libro abierto

en la mente siempre donde tu palabra

me permite verte y al pensarte tanto

me dejas saberte, descubro secretos

que a nadie contaras porque al escribirlos

tú los escondías en galimatías

que sólo quien  te ama podrá descifrar.

Sólo el ojo atento, la mente despierta,

correrán el velo de la letra, oculta

que tu vida cuenta. Mientras más te leo,

mayores razones encuentra mi alma

para estar contigo; entonces comprendo

el plano en que vivo de incruenta miseria,

mientras no consume mi  paso en la tierra

es lo que me impide estar a tu lado.

Sé que la impaciencia,  de nunca tenerte,

el tiempo, la ausencia, y la muerte misma,

son irrelevantes  ¡Para nada… cuentan!

 

Yolanda Arias Forteza.

Enero 20, 2016, 14:46 hrs.


PENUMBRA Y SOLEDAD

En esta tarde lluviosa,

Cálida tarde nubosa

Estoy sin luz,  pues se ha ido

Hace un rato y no regresa

Un sillón da a la ventana

Apoltronado remanso

El lugar iluminando

Pálida luz, del ocaso

La bugambilia llamea

Las ciruelas ya verdean

El aroma de la lluvia

Que moja lento la tierra

Resuma calor de marzo

Con olor de primavera.

Húmeda tarde en silencio

Que pocas veces se da,

El silencio se agiganta

Si no hay electricidad.

Pude sentarme tranquila

A mirar los colibríes

Respirando la humedad

Escribir en el ocaso,

Cerrar mis ojos, pensar

Dando gracias a la vida

De tener un patio atrás,

Reparar en el ciruelo

Que alguna fruta dará

Meditar en lo pequeño

Que deleita mi mirar.

Sencillo patio trasero

En el que puedo soñar.

Un colibrí, algunas flores

El olor de la humedad

La tibieza de mi vida,

El silencio de una tarde

En penumbra y soledad.

Yolanda Arias Forteza

Diciembre 2, 2015, 16:33 hrs.


EN ECO

 

Flores me salen al paso,

Flores polvosas, marchitas

Floreros improvisados,

Por humo contaminados.

Aunque a veces, se renuevan

Con flores albas y frescas,

Con rojo moño encarnado,

Nombre o foto, del finado.

Cruces al pie de la calle

O en medio de un camellón,

En una esquina maltrecha,

Al fondo de un callejón.

Lugar de pena marcado

De amor, puro, sublimado,

Donde se han perdido padres

Novias, amores…amigos

Historias nunca contadas

Donde se quedaron quietas

Ilusiones  y pasiones,

Jóvenes vidas…truncadas

Cruces que marcan el tiempo.

De la tragedia, el momento,

Cruces con flores valientes

Pregonando sus afectos.

¿De quién serán esas cruces?

Reverenciando a sus muertos.

¡Cuánto dolor, contenido!

Encerrarán en su pecho?

Siempre que  paso y las miro,

Entre el ruido de los carros,

Por esas tumbas urbanas,

Por tanto dolor, en eco,

Mi corazón… estremezco.

©Yolanda Arias Forteza

Diciembre 9, 2004, 1 :00 hrs.

Una de las formas en que los habitantes de la ciudad de México se apropian del espacio público urbano, a partir de la sacralización de lugares específicos en la vía pública. Dicha apropiación se hace visible con la instalación de altares, cruces para sus muertos y nichos para vírgenes y santos. Estos elementos de la religiosidad popular se conforman no sólo en parte del paisaje urbano, sino que tienen una función cotidiana —articulada a la protección, a la construcción de memoria y al manejo de los espacios liminales— en una ciudad aparentemente caótica, en donde los espacios públicos se consideran «en extinción». Son elementos que buscan poblar con rostros y nombres propios el espacio del anonimato urbano, generando lugares de sentido y de memoria para los pobladores locales. De esta manera, el espacio público se constituye en una suerte de escenario en donde lo más personal de los sujetos y los grupos se hace visible.

Las creencias en el asfalto. La sacralización como una forma de apropiación del espacio público en la ciudad de México

María Ana Portal*

* Doctora en Antropología. Profesora investigadora del Departamento de Antropología de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa, México.


UNA VOZ

 

Quiero decir mis versos sin que mi voz se quiebre

Y sin que impertinentes brillen en mis pupilas

Las lágrimas ardientes que irrumpen de repente

Ahogando el continente en que me refugié.

 

No sé a quién debiera la voz pedir prestada

Quién temblara conmigo sin quebrarse su voz

Por más que los repito en constante fervor

He de verlos ajenos, si…  he de decirlos yo.

 

Una voz necesito que relate mis versos

La voz que yo preciso será de ruiseñor

Será trueno en la noche, del viento resquemor

Un jilguero llorando porque perdió el amor

 

Cantarina cual fuente resbalando en cantera

La voz, la más bonita, la profunda, sentida

De pasiones trastorno, oquedad de una flor.

Dulce y aguerrida, a mi pasión prendida.

 

Una voz necesito… a que cante mi voz.

 

©Yolanda Arias Forteza

Agosto 16, 2004,  19:00 hrs.

 

 

 

 

 

 

 


DIVORCIO

Cuando me acuerdo de ti,

Algunas veces yo lloro,

Aunque en verdad no razono,

Lo que causa mi dolor.

Será porque te marchaste

Cuando te quería yo más

Será porque aún te quiero,

O porque me quiero yo

Y todavía no comprendo

El porqué tu desamor.

Cómo duele esta añoranza,

Que a veces, sin darme cuenta

Me atenaza la garganta,

Convirtiendo en algo amargo

Lo otrora, fuera esperanza.

A veces yo te recuerdo;

Pero, cierta aún no estoy

De que  al recordarte joven,

Enamorado de mi,

Me esté recordando bella,

Enamorada de ti.

Ese nuestro amor primero

Que nos llevó hasta el altar.

Porque violamos los dos

Los votos que ante Dios dimos,

Porque erramos el camino

Y sin darnos cuenta apenas,

Nuestro destino marcamos

Con hierros al rojo vivo.

Juventud desperdiciada

El Amor desposeído;

Y, pese al tiempo pasado,

Yo te puedo asegurar,

Que también tú me recuerdas,

Aunque intentas olvidar.

Pasaron treinta y seis años,

Y hoy que te recordé,

No sé si lloré por ti,

No sé si por mi lloré;

Y aunque no puedo creerlo

y más me duela admitirlo…

¡Fue por los dos que lloré!

©Yolanda Arias Forteza

Julio, 2003


POESÍA ETERNA

Un recinto es ya mi alma
en el que vives, adornado
exquisito, para ti.  Coronas
de laurel, doradas filigranas,
luz de luna y luceros,
bajo un manto de cielo azul añil.
Soy vestal que a tu culto se constriñe,
en rituales que invento para ti.
En abril, violetas son, que cuido;
si en verano heliotropos y jazmín.
En otoño desnudos arces rojos,
hojarasca de fresnos por ahí,
melancólico estar, mirar de lejos
cuando antes te pensaba junto a mí.
Son consuelo en mi invierno los ciruelos,
los duraznos rosados que florecen
en promesa de frutos para abril.
Huno o elfo entre la naturaleza,
avatar, poesía eterna en mi vivir.
De tu obra seré sacerdotisa,
de tu palabra y versos baluarte en tu decir,
a que sepa y entienda el mundo entero
como el soplo del verbo de un poeta
en lírica divina, sublima el pensamiento
y nos hace… sentir.
©Yolanda Arias Forteza.                                                                                                                                 Octubre 27, 2015. 17:53 hrs.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


LUISANA

Era rosa su piel, llena de vida,

rosa la vida aún la sorprendía,

plena lozanía que al amor se abría,

derramaba esencias de ambrosía

Luisana, se llamaba y al mirarla

mi antigua juventud, se… sonreía.

 

©Yolanda Arias Forteza

Enero 10, 2016, 10:55 hrs.

 

 

 


NO QUIERO CANTAR

 

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Ya de noche,  mi mano desvelada,

No busca presurosa, la tinta y el papel

No importa cuánto daño me inflija yo en el alma,

Al no escribir los versos que rondan por mi piel.

 

Son versos novedosos, dolientes, amorosos

Que surgen en la noche de insomnio, por doquier.

Se meten en mi mente y rondan insidiosos…

Ya no escribo mis versos adivinado el trazo

 

En plena oscuridad.  La inspiración se aleja

Cuando la claridad, deslava los antojos

Que tu ausencia me da.  A ratos, me conformo

Pues pienso que la musa mejor se me dará

 

Y al despertar compruebo sorprendida

Que olvidé cuál el tema de mi verso será

Las cosas que me dijo, ya no repetirá

E ideas, versos, estrofas, por aborto indolente

 

Dormidos en el tiempo, anoche, tan presentes,

Al pasado se irán.  Te he cantado ya tanto…

¡Que no quiero cantar!

 

©Yolanda Arias Forteza

Abril 20, 2004.  23:30 hrs.

 

 

 

 


QUERIDOS REYES MAGOS…

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Hoy es día de Reyes, y pedí un regalo

Más debo entender, no era poca cosa;

Pues, no me trajeron lo que yo pedía

Jubilosa, necia, la carta leía:

“Soñemos un sueño, en el que los dos

Juntos, por única vez, vivamos un día

Que nos despertemos y desayunemos

Con melocotones traídos de Hungría.

Con té de la India y después viajemos

Por todo Damasco y vayamos luego

A comprarnos cosas en Alejandría,

Telas orientales con hilos de oro

Tejidas por siglos de sabiduría.

Sandalias bordadas… un saharí, diría

Un hermoso velo, color de zafir

Voluptuoso, único, que hiciera ruiditos

Volviéndome bella, feliz y risueña

Despertando amor, en tu piel morena.

Tú, una pipa rara, con tabaco rico

Con  que saborearas un  gusto distinto

También un turbante, oscuro albornoz,

De lana, sería,  (refracta el calor)

Una joya al pecho, un regio tesoro.

A menos que quieras, más no desearía,

Para que a mis ojos fueras un sultán.

Visitemos templos de cultos antiguos

Que pisara nunca nuestra planta un día.

Hasta un baño turco, feliz, sudaría.

Aceites exóticos, extrañas esencias

Bañados de suaves trinos y cadencias,

En rito oriental…”

Un día en el Oriente, distinto al sufriente

Que diario vivimos… rutina inclemente.

Un día sin pensar que rumbos distintos,

Tienen nuestras vidas que mientras vivamos,

Aunque nos amamos, jamás nos veremos.

Distinta la carta que antes, a los Reyes

Yo les escribía. “Me he portado bien…”

Pidiendo trastitos, muñecas, patines,

Cuentos, lapiceros, libretas o un tren.

¡Era tan alegre!  Mi madre, vivía.

Sencilla la vida. Todos me querían.

Tan feliz el día en que ellos venían

Lo que yo quería  poco parecía,

Todos los regalos siempre… conseguía.

…¡Ya no hay Reyes Magos!

Era sólo un sueño. Los dos, en un día

Un sueño contigo, lo que les pedía.

Absurdos regalos pedimos de grandes,

Sabiendo que nunca, se podrán cumplir

Anhelos guardados en cartas de niñas,

Que los Reyes Magos jamás, van a abrir.

©Yolanda Arias Forteza

Enero 6, 2005, 10:00 hrs.

 

 


RUMOR

 

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Tuve un sueño en el mar.

Oía un suave rumor,

Dulce y lejano, que creció

Hasta volverse turbulento

Un rugido de ola me alcanzaba,

Estallaba en mi pecho

Y bañaba mi alma toda,

Salobre, en su avalancha.

Al sentir que mi cara se mojaba,

Percibí que era llanto,

Que en olas de sollozos

Me empapaba.

Poco a poco, el rumor se fue calmando.

Una lágrima sola se escapaba

Y en la playa de mi rostro,

Callada, lenta… ¡Se secaba!

©Yolanda Arias Forteza

Marzo 15, 2003,  10:30 hrs.

 


MI VIDA, ES… SECRETO

 

Aunque mi vida aquí cuente,

Mi vida sigue en secreto,

Para el  profano incipiente,

Para el culto, indiferente.

Cuánto recodo yo busco,

Hasta encontrar la palabra

Que justo el sentir explique.

Una sola vocal cambia

El sentido aquí en mi mente.

Cuántas veces sacrifico

La forma por sentimiento.

Y siempre la paradoja

Aparece en el Poniente

De mi verso, de mi estrofa

Para virtual confundirse

En un soplo del Oriente.

Un soplo… ¡De mi existencia!

¿Será mi amante el que entienda,

O mis hijos, o mis nietos?

Quizá, otra alma que enferma

De Amor o de desencanto

En mi palabra ella encuentre

Consuelo para su pena…

No sé bien, quién de mi vida

Develará sus secretos.

Para mi el verso es un Mago

Que con su manto me cubre

Y se embelesa conmigo

Dilucidando el misterio

Del poema en que yo vago,

del verso que, me… define.

©Yolanda Arias Forteza

Noviembre 12, 2003, 11:15 hrs.

 

 


EN EL VERSO ESTARÉ

En la onda de un verso cabalgará mi alma.

Desnuda. Ni afeites, ni artificios,

Cubrir han sus virtudes y vicios.

Transitará sincera hasta encontrar la calma.

En el vaivén de un verso, danzará mi recuerdo

Preciso, desvaído, hermoso, precavido

Cansado, dolorido, regresará, si ido,

En las noches de luna, a quedarse conmigo,

En el sinfín de un verso remontaré el Arcano

En el estar de un verso descansará mi mano.

En un verso, amor, delirio, desdoro, encanto…

¡Alivio!

Con sopor de anestesia, con gemido en el gozo

Con profundo sollozo…

En un verso, en el Verso estaré.

En un verso es muy fácil cancelar el ayer

Y sumirme en el fondo de un profundo placer

Anestesia de versos… inundando mi ser.

©Yolanda Arias Forteza

Mayo 18, 2004