David
Luego de dos niñas, yo tuve un varón, Nació justo el día de San Agustín, Su padre, no obstante, le llamó David. Un hermoso nombre, de un Rey, Sabio, fuerte, lleno de poder, Como a él duras pruebas, marcaron su ser. Siempre fue mi encanto en su dulce niñez, Sus ojos muy negros, luceros prendidos, Me seguían muy serios desde que nació. Me sorprendía ver la inteligencia Que en esa mirada ya se traslucía, Y al mirarlo serio, yo me detenía. En un viaje corto que, Con una amiga, a Oaxaca yo hice, Recuerdo una tarde en que, Entre unos trigales, mi paso extravié... Era tal la vida que en la tierra había, Que en fértil despliegue su gala lucía, Mecía sus espigas con el suave viento, Muy altas, tan altas que a mí me escondían Sus puntas doradas por quemante sol. Él era muy joven, dieciséis tenía Y yo, ya cumplía los cuarenta y dos... ¡Tan llena de vida! Todavía segura, que cosecharía Amores, riquezas y felicidad. Buscando mi paso entre aquel trigal Surgió de repente la cara inocente, Morena, de mi hijo David., Todo en ese rostro respiraba paz. Tranquilo, confiado, esperaba firme La vida que fuera le habría de tocar. Toda mi energía, mi amor Por entero sólo en él estaban, Mi pecho estallaba de felicidad. Tuve una visión, que nunca he olvidado, Siempre envuelto en trigos lo he de recordar Aún siento aquel viento Y huelo la tierra, ¡Ardiente humedad! El sol que me quema. El roce del trigo áspero, rasposo Y en medio de todo, el rostro del niño Que ahora confundo con el rostro adulto Del mismo David, que me mira serio, Con sus ojos negros, con honda ternura. Yo me miro en ellos y sin voz le digo: Oh, ¡Cuánto te quiero, me llenas de orgullo! Eres trigo de oro que yo coseché, Que en ardua tarea, con amor sembré... ¡Tuve el privilegio de tu madre ser! Yolanda Arias Forteza Abril, 2003
Canción, amarga
Es mi nombre la canción más amarga
porque nunca tu voz lo pronunció
y es resabio en mi boca siempre el tuyo;
su cadencia tampoco tu oído, la escuchó.
Voces truncas que nunca se mecieron
en el cálido tono de un ´te quiero´
labios secos de amor que no cantaron
las endechas de un beso enamorado
amantes que nunca se encontraron
empeños que en el tiempo, se… perdieron
Yolanda Arias Forteza
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